Por : Antonio Rosique
Lunes 09 de Marzo, 2009
Me encanta el descenso. Sí, a lo mejor soy un poco masoquista, pero me fascina esa lucha descarnada por sobrevivir que, por fortuna, existe en las mejores ligas del mundo. Se trata de una condición natural de este juego, una auténtica ley de vida. Porque en el fondo, así funciona también la naturaleza, se trata de una existencia marcada por premios y castigos, por la ilusión intermitente y la amenaza constante.
Nunca pensé que el momento llegaría, y por primera vez en lo que llevo de vida, el América está cerca de vivir esa pesadilla. Lo confieso, siempre anhelé ver a un club grande luchando por sobrevivir, un club de convocatoria nacional arrastrando multitudes nerviososas a los estadios; a un equipo de gloria caminar temeroso al borde del despeñadero de la segunda división. La realidad es que si las cosas siguen marchando para el Ave como hasta ahora, la próxima temporada será uno de los implicados.
Y créanme, mi deseo no es que el América se vaya a la Primera División "A", porque la vida sería bastante aburrida sin él; perderíamos al gran animador de la liga y se nos desvaratarían al menos tres clásicos, sin embargo, quién puede negar que ver al América metido en esa lucha desesperada haría hervir la competencia, generaría más morbo que nunca, llenaría más estadios, generaría más polémicas; sería, sin duda alguna, la madre de todas las batallas en el futbol mexicano.
¿Cómo? ¿La idea te parece imposible? No sería la primera vez. No hace mucho, en el 2007, la Juventus de Turín cayó, por manejos fraudulentos, a la Segunda División de Italia. A principios de esta década, otro club grande, el Atlético de Madrid, se pasó un año en la división de ascenso como castigo a sus malas decisiones deportivas. En Inglaterra también le ocurrió al Nottingham Forest, dos veces Ganador de la Copa de Europa; así como al Leeds United, otrora equipo potencia de la Liga Premier, y no han podido volver a la máxima categoría. Y es que nadie tiene su lugar asegurado en este juego. El futbol sigue siendo un submundo lleno de misterios donde todavía es posible que los clubes pobres, de vez en cuando, le ganen a los ricos, y donde algunos millonarios gastan fortunas sin poder encontrar la clave del éxito deportivo.
Pero, pensándolo bien... Pasarse "un añito en el infierno" no puede ser del todo malo, amigos americanistas. Como dijera en su momento el Atlético de Madrid: "el fuego puede sanarlo todo. Y la verdad es que sí. Tras el desastre que le llevó a la Segunda División, el Atlético limpió su casa, unió a sus socios, debutó jóvenes como Fernando Torres, y volvío pronto a la Primera.
En México, ocurrió algo similar con Tigres a mediados de la década pasada. El descenso le sirvió para involucrar más a su afición, llenar su estadio cada semana, y volver fortalecido la temporada siguiente.
Por lo tanto, un descenso bien aprovechado puede ser también una oportunidad para sanear las finanzas de un club, echar a los indeseables, replantear el modelo deportivo, y estrechar lazos con los verdaderos aficionados. ¿No es acaso algo así lo que busca el América?
Pero tranquilos, no entren en pánico. Si el América sigue perdiendo partidos, lo único que ocurrirá es que se meterá entre los últimos lugares de la tabla de descenso y animará la próxima temporada. Será una campaña llena de morbo y nerviosismo, pero hasta ahí. Aunque la regla no está escrita (porque la verdad no hace falta), el Futbol Mexicano jamás permitiría que un club como América perdiera la categoría. Antes, se cambiaría el reglamento, se inventaría una liga sin decenso, o se aumentaría el número de equipos participantes. Así que, como dije antes, tranquilos todos.
Sin embargo, estarán de acuerdo conmigo, la pura idea, el solo imaginar la situación, es sumamente divertido. Por eso, me encanta el descenso.
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